El programa “Sembrando Vida” es costoso derroche, improvisación, capricho presidencial, y perversa herramienta clientelar para comprar votos y voluntades en el campo mexicano. Y algo más grave: provoca deforestación, especialmente de Acahuales. Estos son bosques secundarios o ecosistemas de transición que se desarrollan naturalmente en tierras agropecuarias en desuso o que han sido abandonadas, las cuales se regeneran a lo largo del tiempo a través de procesos de sucesión ecológica, y que, si se les permite, después de un periodo determinado se reconstituyen como selvas altas, medianas o bajas, o como bosques mesófilos. Son obvias la pertinencia y urgencia de un programa agroforestal en Acahuales ejidales y comunales. También, la conveniencia de crear y multiplicar viveros para la producción de plántulas como insumo para actividades agroforestales, y que además promuevan la cohesión social en comunidades rurales. Sobre todo, porque, en principio, actualmente, es posible gestionar los Acahuales con flexibilidad, ya que la ley no los considera como zonas forestales permanentes sujetas a programas de manejo y a regulaciones burocráticas estrictas. Esto hace factible generar ingresos significativos a los campesinos por medio de agroforestería, respondiendo a la demanda de mercados locales, y también, de mercados nacionales e internacionales de carbono. Sin embargo, por un lado, la SEMARNAT, hoy en día, impide la comercialización de maderas valiosas extraídas de Acahuales (por ejemplo, en Quintana Roo), con lo cual, simple y frustrantemente, se pudren. Y se eliminan incentivos para la conservación y manejo de Acahuales. Peor; por otro lado, “Sembrando Vida” induce mayoritariamente su deforestación. Los Acahuales son desmontados por ejidatarios y comuneros para acceder a los subsidios cuantiosos (5 mil pesos mensuales por parcela), de este funesto programa.
El programa “Sembrando Vida” tiene un presupuesto inédito en el contexto ambiental, climático y de conservación de la biodiversidad: más de 37 mil millones de pesos para 2023, lo cual representa ¡43 veces más que el presupuesto de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, y 15 veces más que la Comisión Nacional Forestal! Esto es inaceptable. Si el objetivo real de “Sembrado Vida” fuese la producción agroforestal, este programa debería haber fomentado el manejo y mejoramiento de Acahuales. Es decir, tendría que haber determinado el potencial de suelos y condiciones ecológicas en cada sitio, cuenca o micro-región, para después desarrollar un manejo forestal sostenible en los Acahuales con cortas selectivas de liberación, tratamiento y enriquecimiento con especies maderables de alto valor y que incrementen la captura de carbono, así como con especies que ofrezcan productos no maderables (fibras, chicle, frutas, condiciones de forrajeo para abejas en la apicultura), y que promuevan especies también aprovechables de vida silvestre. Todo ello, con análisis de mercados y acompañamiento técnico y comercial para la creación y aprovechamiento de cadenas de valor. “Sembrando Vida” nada tiene que ver con lo anterior. Al contrario, induce la deforestación y la destrucción de Acahuales, aparte de establecer una espesa red de relaciones clientelares entre el gobierno (el presidente López) y los propietarios de la tierra. Se trata de un programa eminentemente electoral, lo que se revela al ser operado por la Secretaría del Bienestar y no por la SEMARNAT. El programa también está militarizado, como todo el país, con el ejército imbricado cada día más en la vida de las comunidades rurales.
“Sembrando Vida” no tuvo planeación ni estudios de factibilidad, ni un diseño racional eficiente. Carece de líneas base a partir de las cuales evaluar el desempeño del programa, así como de metodologías de medición, monitoreo y verificación. Es sólo producto de la ocurrencia iluminada de una persona. No hay transparencia ni de procesos ni de resultados. Sólo algunas parcelas están geo-referenciadas, y la información no es pública. “Sembrado Vida” perversamente paga a dueños de la tierra (ejidatarios, comuneros, propietarios individuales) por deforestar bosques secundarios (Acahuales) con alto valor biológico y climático. El programa carece de monitoreo y de verificación, y de imágenes de satélite que registren cobertura forestal. Tampoco hay un padrón confiable de beneficiarios, ni indicadores técnicos. No se plantan especies bajo criterios ecológicos y de captura de carbono, y no existen criterios de biodiversidad ni climáticos. El programa no está acoplado a técnicas de manejo y aprovechamiento forestal sostenible, ni de manejo de cuencas hidrográficas. La supervivencia de las plantas es mínima (por debajo del 10%), y no existen sistemas de riego, por lo que las plantas mueren durante el estiaje.
Será imperativo cancelar “Sembrando Vida”, y transferir sus recursos a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, a la CONAFOR, y a la CONABIO, para un programa nacional de promoción y desarrollo de Acahuales, de restauración forestal, captura de carbono, manejo de cuencas hidrográficas, y conservación de la biodiversidad. Lo haremos en 2024.