Pemex representa un enorme pasivo para las finanzas públicas, la economía nacional, el medio ambiente, y la lucha contra el calentamiento global. Cada vez aporta menos a la oferta energética en nuestro país (combustibles líquidos, gas natural y coque de petróleo). Quema o ventea y desperdicia en la atmósfera volúmenes ingentes y crecientes de gas, lo que contribuye enormemente al calentamiento global. México es uno de los países que arrojan a la atmósfera mayores volúmenes de gas natural (Metano). Las emisiones contaminantes de sus refinerías degradan profundamente la calidad del aire, violando la normatividad ambiental (NOM-SEMARNAT-085), con cientos de miles de toneladas de Bióxido de Azufre y de partículas inhalables PM2.5 que son altamente tóxicas. Las emisiones de Gases de Efecto Invernadero de Pemex representan el 12% de las emisiones totales de México, y no cuenta con ningún plan o programa de descarbonización y de transición energética.
El 90% del gas natural que utilizan la industria y las centrales eléctricas de nuestro país es importado, generando una grave y cada vez mayor dependencia hacia los Estados Unidos. Las reservas probadas de crudo ascienden apenas a 5,600 millones de barriles, que alcanzan para sólo 10 años de producción a los ritmos actuales. La producción de gas ha caído drásticamente, y sus reservas cubrirían menos de 7 años. La extracción de petróleo se ha contraído a niveles históricamente bajos, con apenas poco más de 1.5 millones de barriles diarios, mientras que los costos de producción han crecido de manera considerable, y superan los 40 USD por barril, lo que abate los rendimientos. Las refinerías son una calamidad, operan al 50% de su capacidad, con crudos muy pesados y altísimo contenido de azufre, y generan grandes volúmenes de combustóleo (40% de sus productos de refinación; de muy bajo valor y terriblemente contaminante, que a su vez se quema en las centrales termoeléctricas de CFE, sucias, caras, y obsoletas, en un binomio letal para la salud pública). Simultáneamente, disminuyen los volúmenes relativos de productos valiosos como gasolinas, turbosina y diésel. El combustóleo también se mezcla con crudos ligeros para poder exportarlo, a precios muy castigados, lo que reduce el valor de las ventas al exterior. Así, las refinerías de Pemex (Pemex Transformación Industrial) pierden 34 USD por cada barril de petróleo refinado, lo que ha significado pérdidas colosales acumuladas entre 2019 y 2023 de casi 800 mil millones de pesos. El patrimonio neto de Pemex es negativo por más de 1.5 billones de pesos; la empresa está quebrada sin remedio. A pesar de ello, el gobierno ha despilfarrado más de 400 mil millones de pesos en la construcción de la refinería de Dos Bocas, que nunca será amortizada y nunca será rentable.
El rendimiento de la empresa ha caído a menos de 10% de las ventas (antes de impuestos y costos financieros). Los derechos e impuestos que paga Pemex al gobierno han caído hasta representar apenas 1.8% del total de sus ingresos, y se estima que en 2024 la aportación será negativa en términos netos, a pesar de que este gobierno ha reducido el Derecho de Utilidad Compartida (DUC) de 65% al 30%. Sus pérdidas netas casi llegan al 70% de todo lo que aporta como renta petrolera al Gobierno Federal. Pemex es la empresa petrolera más endeudada del mundo, con pasivos que rebasan los 107 mil millones de dólares o casi 2 billones de pesos, con vencimientos inmanejables a corto plazo que tendrá que enfrentar el próximo gobierno. Pemex ha perdido su grado de inversión y las calificadoras la han degradado notablemente. El gobierno habrá derrochado entre 2019 y 2024 casi 2 billones de pesos en Pemex a través de apoyos directos, pago de amortizaciones, y reducción del DUC; es algo escandaloso. Esto equivale a cuatro veces el presupuesto 2024 en Educación Pública o en Salud, y 40 veces el presupuesto de la UNAM.
La solución más radical es sanear (hasta donde se factible a Pemex), para liquidarla y/o venderla, abriendo de par en par todo el sector a la inversión y operación privada. La renta petrolera sería mucho mayor para el Estado, simplemente a través del pago de impuestos y regalías de las empresas privadas. Otra más cautelosa, sería liquidar Pemex Transformación Industrial (refinación) para evitar sus pérdidas cuantiosas y crecientes, y acabar con el combustóleo y con una contaminación terrible. Dos Bocas también sería vendida. En paralelo, Pemex se concentraría en operaciones rentables, y reduciría considerablemente de tamaño para convertirse en una empresa en sociedad anónima, eficiente, con producción en los campos de mayor rendimiento, asociada a empresas privadas, con gobierno corporativo eficaz y transparente, colocando un 49% de su capital en la Bolsa Mexicana de Valores. Se recrearía Pemex Gas, que invertiría en campos de gas no convencionales y aumentaría considerablemente la producción, eliminaría la quema y venteo de este combustible, y mantendría algunos negocios industriales para utilizarlos como plataforma en la producción de Hidrógeno verde en una estrategia de descarbonización total hacia el 2050.