Inversiones masivas en soluciones climáticas son claves para salvar al planeta de los efectos catastróficos del calentamiento global. La Global Financial Markets Association estima que se requieren entre 3 y 5 billones (10¹²) de USD anuales de inversión hacia el 2050 para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París en materia de cambio climático; el IPCC (ONU) calcula 2.4 billones de USD anuales. (Para dimensionar tales cifras, digamos que el PIB de México para 2023 será de aproximadamente 1.4 billones de USD). La inversión actual en soluciones climáticas asciende a aproximadamente 600 mil millones de dólares anuales, lo que significa multiplicar por 5 o por 8 el volumen actual de inversión. Los recursos existen y están disponibles. El mercado de bonos y títulos de renta fija acumula activos por 128 billones de USD, con emisiones anuales de más de 20 billones de USD. Por su lado, los mercados accionarios globales ascienden a 86 billones de USD, aunque las emisiones anuales de acciones son de apenas un billón de USD. Adicionalmente, los mercados de capital privado y de capital de riesgo suman otros 500 mil millones de USD, lo cual podría llegar fácilmente a un billón de USD. Es decir: el problema no es de disponibilidad de ahorro y de recursos de inversión, sino de políticas públicas, de coordinación y cooperación entre gobiernos, de acuerdos internacionales relevantes, del establecimiento de un precio a las emisiones de carbono (a través de un impuesto al carbono o Carbon Tax, o de mercados de carbono), y de cambios culturales y en las preferencias y patrones de consumo de personas y familias. Diversos tipos de activos e instrumentos financieros se ponen en juego para ayudar a la gestación y crecimiento de los próximos unicornios, que serán tanto de tecnologías digitales, como de la llamada Climate Tech, cuyos mercados se han multiplicado por 20 en la última década. Se trata de energías limpias, energía nuclear, hidrógeno, electrificación vehicular, eficiencia energética, redes eléctricas inteligentes, almacenamiento de energía, captura de carbono, “carne” vegetal o de células madre, estructuras de madera de gran resistencia, biotecnología agrícola, cemento “verde”, y acero “verde”, entre otros.
Los capitalistas de riesgo buscan nuevos negocios en etapa temprana de desarrollo que tienen un potencial sobresaliente de disrupción y crecimiento, al igual que rendimientos extraordinarios en el futuro, asumiendo que enfrentan riesgos muy altos de lenta maduración tecnológica y comercial, problemas de escala de producción, difícil comercialización, y una elevada incertidumbre política. Por su lado, se observa ahora como fondos de capital privado transfieren rápidamente recursos e inversiones, es decir, desinvierten, en hidrocarburos hacia empresas nuevas de bajas emisiones, o de soluciones climáticas, con la finalidad de equilibrar la distribución de riesgos en sus carteras de inversión. Los mercados accionarios (de capital público) ofrecen a los inversionistas acceso fácil a empresas con soluciones climáticas – futuras ganadoras – a partir del análisis de mercados, tecnologías, oportunidades, capacidades gerenciales y riesgos. Los inversionistas en empresas públicas deben evaluar, por otra parte, la conveniencia de asignar capital a empresas existentes consolidadas que dominan un determinado sector, o a empresas nuevas disruptivas que tienen el potencial de convertirse en líderes. Debe observarse que la cuantificación y análisis de emisiones de CO2 de una determinada empresa es algo complejo, dado que es preciso considerar las emisiones en sus propias instalaciones, de sus fuentes de generación de electricidad, y de sus clientes arriba y debajo de la cadena de valor. Otro instrumento es la creación de empresas con un propósito especial de adquisición (SPAC), que son vehículos públicos cuya finalidad es comprar directamente una empresa privada, o activos específicos, por ejemplo, proyectos eólicos y solares que ofrecen un dividendo modesto pero estable y predecible. Adicionalmente, los fondos de acción climática buscan inversiones con una baja exposición a riesgos climáticos, o expresamente libres de activos de empresas de hidrocarburos. Pueden nutrirse con la desinversión en las propias empresas de combustibles fósiles. Los mercados de renta fija – de deuda y capital – son muy adecuados para el financiamiento de soluciones climáticas con un alto costo de capital inicial. Alcanzan un volumen al menos diez veces mayor que los mercados accionarios, y permiten rendimientos relativamente bajos, lo que facilita, por ejemplo, a través de Bonos Verdes, el financiamiento de energías limpias, almacenamiento de energía, hidrógeno y captura de carbono, y otros proyectos, no se diga, energía nuclear. Sólo este mercado supera los 500 mil millones de USD anuales. Por último, el empaquetamiento de pequeños proyectos, por ejemplo, proyectos, créditos o arrendamientos solares residenciales, en un solo vehículo financiero (Securitization), les permite acceder a mercados de deuda y de capital a una escala considerable. El capitalismo hizo realidad la revolución industrial en los siglos XVIII y XIX, ahora asume la responsabilidad – literal – de salvar al planeta.