El presidente López dejará un país polarizado y enfrentado. Devorado por la peor violencia criminal de la historia, con el territorio entregado a la delincuencia, ante una Guardia Nacional militarizada y estrepitosamente fracasada. Con el sistema de salud cruelmente vandalizado y destruido. Con un retroceso histórico en educación. Con mayor pobreza extrema. Devastado su prestigio internacional. Con instituciones de la administración pública desmanteladas, con un Poder Judicial bajo amague, y con las entidades autónomas amenazadas o paralizadas. Con recortes presupuestales incapacitantes para buena parte de la administración pública. Con una población ahora adicta a las dádivas y subsidios del gobierno. Con un gigantesco desfalco al erario por proyectos megalómanos absurdos que nunca serán rentables. Un Pemex quebrado y que representa un gigantesco agujero negro para las finanzas públicas. Sin un hub aeroportuario de clase mundial. Con una deuda que crece exponencialmente junto con su servicio, y una fiscalidad exhausta por pensiones insostenibles y subvenciones masivas. Centralizado, bajo la voluntad de un solo hombre, con el federalismo derruido, y sometidos los gobiernos estatales. Carcomido por la opacidad y corrupción, y entregado a los militares, convertidos en los empresarios predilectos del régimen, y en un nuevo y decisivo factor de poder político y económico. Envenenado por combustibles fósiles, en una regresión energética contraria a toda racionalidad económica, fiscal, ambiental y climática. Todo ello requerirá una reconstrucción titánica.
Particularicemos en medio ambiente. Aquí, se eliminaron representaciones de Semarnat en los estados, y se mutiló su presupuesto, así como el de CONANP, CONAFOR, INECC, y CONABIO. Quedaron abandonados parques nacionales y reservas de la biósfera, sin guardaparques, con equipamiento deteriorado o disfuncional, e incluso sin capacidad para pagar gasolina de vehículos y las rentas de las oficinas. Se envileció la creación de nuevas Áreas Naturales Protegidas, hoy sólo de papel, sin presupuesto, motivo de escarnio (de apenas unas cuantas hectáreas), o decretadas con cínicos fines políticos, de litigio y de venganzas (Texcoco, CALICA, FONATUR, Huatulco). Se canceló la conservación marina. No hubo estrategia para cumplir con el compromiso internacional al 2030 de proteger al menos 30% del territorio terrestre y marino de la Nación. La PROFEPA ha sido diezmada, y su personal recortado, tanto inspectores como delegados. En la práctica, virtualmente, se evaporaron la inspección y vigilancia y la aplicación de la ley. La Gendarmería Ambiental fue desaparecida, y hecha irrelevante la Guardia Costera. Fue abandonada la operación y construcción de nuevas plantas de tratamiento de aguas residuales, y la gran mayoría de las existentes no funciona. Se paralizó el Programa de Pago por Servicios Ambientales de CONAFOR. Se violó abiertamente la Ley de Cambio Climático en cuanto a energías limpias (35% al 2024) y se abortó la transición energética. Se redujo la generación de electricidad con energías limpias en 2022 y 2023. El gobierno ha bloqueado decenas de nuevos proyectos eólicos y solares, y privilegiado la generación de electricidad con combustibles fósiles. La única generación eléctrica limpia relevante del gobierno son las grandes presas hidroeléctricas construidas el siglo pasado. El publicitado “Plan Sonora” es hasta ahora sólo una caprichosa central solar de apenas 120 MW, mientras que la anunciada repotenciación de hidroeléctricas no aportará más de 280 MW (de un total instalado en México de 80 mil MW). Pemex produce cada vez más combustóleo (30% de cada barril de petróleo refinado), y CFE lo quema en sus obsoletas termoeléctricas, con lo que la contaminación atmosférica por partículas letales PM2.5 y óxidos de azufre se agudiza. Entre tanto, Pemex y las gasolinas han recibido subsidios por casi 2 billones de pesos. México es el único de los países del G-20 que carece de planes para llegar a cero emisiones netas de CO2 en 2050. No tenemos una política industrial de electrificación vehicular, ni planes de adaptación al cambio climático (infraestructura). México se ha convertido en paria en foros internacionales. La Evaluación de Impacto Ambiental se ha convertido en coartada para proyectos megalómanos del régimen, y más de 3,000 trámites están paralizados, lo que provoca enormes costos económicos a empresas. Se abandonó el Programa de Playas Limpias, así como las políticas de conservación de vida silvestre. Subsidios clientelares astronómicos y perversos (38 MMDP anuales) como “Sembrando Vida” han provocado la deforestación – sólo en su primer año – de más de 70 mil hectáreas. 400 hectáreas de manglar fueron destruidas en Dos Bocas, y con el Tren Maya, miles de hectáreas de selva tropical, además de cenotes, cavernas y ríos subterráneos: Delitos ambientales, impunes. Grupos de agricultores Menonitas devastan miles de hectáreas en los bosques tropicales de Campeche, con la complicidad del gobierno. En el Congreso, está congelada la importantísima Ley de Economía Circular. Se han generado deliberadamente conflictos comerciales en el contexto del T-MEC por razones ideológicas, y en contra de la ciencia, lo que costará a los contribuyentes miles de millones de USD; tal es el caso del maíz transgénico, glifosato, y Vulcan Materials/Calica. Y lo que falta…