Uno de los sectores en que el presidente López ha buscado dañar más a México, de manera irreparable, y, siniestramente, con éxito, es la salud pública. El golpe más brutal fue la destrucción del Seguro Popular. México registró avances progresivos notables en servicios de salud pública desde la creación de IMSS en 1943, hasta el desarrollo del Seguro Popular en 2003, que permitió ingresar al sistema de salud pública a más de 50 millones de personas en situación de pobreza. Fueron logros verdaderamente meritorios que la retórica resentida y maniquea del presidente López ha pretendido denostar. La mortalidad general se redujo significativamente gracias a educación sanitaria, vacunación universal, e infraestructura física y humana de atención a la población en forma de un sistema estratificado de clínicas, hospitales e Institutos de Salud (pediatría, cardiología, oncología, enfermedades respiratorias, traumatología, nutrición, enfermedades infecciosas), y de la formación y despliegue de médicos en todo el país. De hecho, la cobertura de servicios médicos alcanzó en 2018 a un 90% de la población, lo que influyó en que de 1950 a 2018 la esperanza de vida de los mexicanos haya aumentado de 43 a 75 años, que es un indicador de salud pública espectacular, elocuente y representativo. Por su parte, y de acuerdo a CONEVAL la pobreza por carencia de servicios de salud en México se abatió de 50 millones de personas en el año 2000 a sólo 20 millones en 2018.
Frente a ello, el gobierno del presidente López se propuso, malignamente, el envilecimiento del sistema de salud, con funcionarios incapaces (en una verdadera Kakistocracia – el gobierno de los peores), el deterioro brutal de las instituciones y servicios de salud, y su destrucción sistemática, incluyendo el desmantelamiento de los mecanismos de compra y distribución de medicamentos. Todo esto es algo verdaderamente difícil de comprender e interpretar sin recurrir a hipótesis de rencor delirante, mente proterva, y psicopatía, sobre todo, porque ha implicado dejar a decenas de millones de mexicanos sin servicios médicos, sin medicamentos, y sin atención a enfermedades catastróficas que pueden llevar a la quiebra a las familias. Todo, justificado con las muletillas del “régimen neoliberal”, de una supuesta “corrupción” nunca demostrada, y con la descalificación de excelentes profesionales y académicos que estuvieron a cargo del sistema de salud a lo largo de décadas (Soberón, Kumate, Frenk, Córdova, Chertorivsky, Mercedes Juan, Ramón de la Fuente, José Narro). En su mundo de mentiras y vulgaridades grotescas, López llegó a prometer que, gracias a su gobierno, México tendría un sistema de salud “como el de Dinamarca”. Empezó con un Programa Sectorial de Salud 2019 – 2024 que es una verdadera basura programática y retórica, sin análisis ni diagnóstico, y desbordante de mentiras y falsedades. En medio de las ruinas y de los escombros dejados por la destrucción del sistema de salud, el presidente López creó torpe y caóticamente el INSABI (ahora a cargo de un “arqueólogo” mediocre), con carácter monopólico, burocrático y centralizado, que omite proporcionar servicios de salud de tercer nivel, para más de 70 padecimientos de alto costo, que otorgaba el Seguro Popular. El presidente López también recortó el presupuesto del sector salud en términos reales, cifras que son encubiertas por las transferencias a la Secretaría de Salud del Fondo para Enfermedades Catastróficas del Seguro Popular (45 mil millones de pesos) que fue saqueado y destruido. Gracias al INSABI y a la centralización corrupta e inepta de las compras de medicamentos en la SHCP y en la UNOPS de la ONU (como si México fuera Haití); no hay medicamentos ni vacunas suficientes, y han reaparecido enfermedades antes erradicadas como el sarampión y la viruela. Se han incrementado las muertes maternas, y se aprecia un considerable aumento en la mortalidad distinta al COVID, mientras la ciudadanía se empobrece con enormes gastos en medicamentos y en servicios médicos privados. Miles de niños con cáncer han muerto por falta de medicamentos y de atención médica. Un crimen de lesa humanidad. Para transferir presupuestos a proyectos megalómanos y absurdos (Tren Maya, Dos Bocas, Santa Lucía) y a masivos subsidios y dádivas clientelares, López desapareció la Subsecretaría de Integración y Desarrollo de la SSA, y degradó a la Comisión Federal de Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS), introduciéndola a la Subsecretaría del inefable Gatell (Prevención y Promoción de la Salud). Esto es terrible para la estrategia de salud, la calidad y seguridad en atención a la salud, monitoreo y evaluación de programas, y rendición de cuentas.
El daño que ha hecho el presidente López al sistema de salud no tiene precedente en el mundo civilizado. Tendrá que rendir cuentas y enfrentar a la justicia por dolo, ineptitud y estulticia. (Octavio Gómez Dantés publicó el año pasado un excelente y desgarrador articulo al respecto en Nexos, y en el cual se basa buena parte de esta columna).