En Defensa de la Fiesta Brava

Desde Morena y sus satélites surge otro intento de imposición ideológica y autoritaria: la prohibición de la Fiesta Brava. Es un atentado contra las libertades individuales y una lamentable expresión de resentimiento cultural anti-hispánico. No sólo desborda ignorancia, sino fanatismo e intolerancia, además de ser una aberración jurídica y un desplante descarado de hipocresía. Lo pretenden hacer modificando la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, tratándose, los toros de lidia, de una especie totalmente doméstica, no silvestre. Nada tiene que ver la fiesta brava con la temática de esa Ley, excepto porque los toros bravos se crían en libertad en ecosistemas naturales de matorral xerófilo o bosques de encinos. De hecho, la crianza de toros de lidia se da en binomio con la conservación de la biodiversidad. La desaparición de la fiesta brava no sólo implicaría la deforestación de dehesas y del campo bravo, sino, desde luego, la extinción misma del toro de lidia, una raza majestuosa, de enorme bravura, nobleza y hermosísima estampa. Sería una tragedia.