Agua para la CDMX

La ciudad depende en 30% del agua que se importa del Sistema Cutzamala (construido en los años 80´s), hoy en proceso de agotamiento por una ominosa y ya crónica sequía. El 70% restante se extrae de los acuíferos subterráneos, hoy sobrexplotados al 100%, lo que provoca el hundimiento de la ciudad. En unos pocos meses será necesario un estricto programa de racionamiento. Los modelos y escenarios climáticos regionales no permiten algún optimismo para el futuro previsible. Es increíble, que, a pesar de ello, no exista ninguna política, ni estrategia, ni proyecto para preparar y adaptar a la CDMX a estas nuevas y extremas presiones de escasez. El desperdicio en la red de distribución sigue siendo colosal (de cerca del 45% en promedio).

Áreas naturales protegidas, realidad, frivolidad y abandono

Las Áreas Naturales Protegidas (ANP) son el instrumento más trascendente de política ambiental. Representan lo más valioso del capital natural de la Nación. (Parques Nacionales y las Reservas de la Biósfera, aunque existen otras categorías). En México, se han decretado 226 ANP. A diferencia de otros países donde gran parte de las ANP son propiedad pública, en nuestro país, las ANP son en una abrumadora proporción, propiedad privada: ejidal, comunal o individual. Esto, como resultado de la Reforma Agraria del siglo XX que entregó más de la mitad del territorio nacional a 30 mil ejidos y comunidades. El Estado se quedó sin tierra, y perdió en los hechos la soberanía sobre el uso del territorio, lo que iría a complicar tremendamente las políticas de planeación, ordenamiento y regulación territorial, y de creación de bienes públicos en materia de biodiversidad, recursos naturales, y valores escénicos y paisajísticos. Los derechos de propiedad privada (ejidal y comunal, e individual) que incluyen la explotación de la tierra y sus recursos, quedaron enfrentados con el interés público de conservación, lo cual se hizo manifiesto desde el cardenismo, cuando Miguel Ángel de Quevedo promovía el decreto de Parques Nacionales, mientras el presidente Cárdenas los repartía. Todo se hizo más difícil y confuso cuando en 1983 se modificó el Artículo 115 Constitucional para otorgar todas las facultades de regulación territorial a los municipios, en detrimento de la federación y de entidades federativas. Este es el complejo contexto en el que se crean y manejan ANP en nuestro país.

Militarización de la corrupción

Nunca en la historia de nuestro país los militares se habían infiltrado de forma tan categórica en la vida económica y política, apartándose de sus tareas fundamentales. Nunca, un gobernante los había inducido a asumir tantas responsabilidades propias de la vida civil, incluyendo una miríada de instituciones, negocios, contratos y proyectos. Nunca, los militares habían sido beneficiarios de presupuestos astronómicos. Esto tiene y tendrá consecuencias gravísimas. Es algo sólo visto en regímenes dictatoriales como los de Cuba, Nicaragua, Corea del Norte, Venezuela, Irán, y otros, en donde el poder del Estado tiene como contrafuerte el poder de las armas, garantizado por las propias elites militares. En esos casos, se trata de injertar el poder militar dentro del poder civil con la finalidad de tejer lazos de complicidad basados en la corrupción y la opacidad, y en una formidable extracción de rentas para los altos rangos castrenses, que garantice lealtad absoluta y apuntalamiento, por la fuerza, si es necesario, de un gobierno autoritario.

Agricultura moderna y biodiversidad

Debemos tenerlo muy claro. La agricultura y la ganadería han sido, en la historia humana, las principales causas de la destrucción de los ecosistemas y de la biodiversidad terrestre. Nuestro planeta posee alrededor de 150 millones de kilómetros cuadrados o 15,000 millones de hectáreas de superficie terrestre emergida (de la cual, el territorio de México representa el 1.3%). Casi la tercera parte carece naturalmente de vegetación ya que está ocupada por desiertos y glaciares. El resto, 70%, estuvo cubierta por ecosistemas naturales, como bosques y selvas, sabanas, tundras y matorrales, lo que constituía la superficie “habitable”.